Guido Gil Diaz : Biografías Dominicanas

El 17 de enero de
1967 se produjo la desaparición del
abogado y periodista Guido Gil Díaz,
luego de haber estado dos días en
prisión, investigado personalmente por
el comandante del destacamento policial
de La Romana, teniente coronel Simón
Tadeo Guerrero González, quien lo
consideró sospechoso de encabezar
actividades subversivas, en su calidad
de asesor del Sindicato Unido del
Central Romana, una empresa
agroindustrial azucarera propiedad de la
empresa Gulf And Western, cuyo gerente
general era el empresario cubano
Teobaldo Rosell, un notable adversario
de la revolución castrista que poseía
bastante experiencia y destreza en el
manejo de los asuntos empresariales y
políticos de la región Este, donde llegó
a ser en los años 60 una especie de
“emperador”, aparte de colaborador
cercano del presidente Balaguer.
Este confuso suceso habría que enlazarlo
con la denuncia hecha por el sindicato
el 26 de diciembre anterior, asegurando
que existía una confabulación siniestra
para asesinar a sus dirigentes Héctor
Mundaray y Francisco Ozorio, de la cual
se enteró por vía del destacado
dirigente reformista Claudio
-Lalo-Nolasco, quien había rechazado
participar en dicho plan, tal como lo
expuso ese mismo día en un espacio
pagado reproducido en varios diarios
escritos, acusando a los señores
Miguelón Herrera y Danilo Brito (dos
enemigos jurados del gremio), de haber
realizado una serie de reuniones
maquinando cómo destruirlo; siendo el
primer paso en esa dirección la
represión policial desatada por la
Policía, deteniendo, apresando y
golpeando salvajemente a varios
dirigentes, que luego enviaría a los
tribunales acompañados de falsos
expedientes sobre porte ilegal de armas
blancas y otros delitos.
Entre los reprimidos en el mes de
diciembre, se contaron los sindicalistas
Lin Acevedo y Julio Mateo; y poco antes
de la desaparición de Guido Gil Díaz, a
principios de enero, el exabrupto
bestial vapuleó al pueblo de La Romana
que contempló con enojo el hostigamiento
extendido hasta el jefe de los Guarda
campestres del central azucarero, señor
Miguel Guerrero, quien se vio obligado a
abandonar por un tiempo el poblado a
consecuencia del feroz acoso.
Por ello, cuando ocurrió la desaparición
de Gil Díaz la opinión pública nacional
fijó su atención en la empresa azucarera
y en el comandante del departamento
Sureste de la Policía, con asiento en La
Romana, teniente coronel Guerrero
González, quien estaba siendo señalado
como el responsable del destino del
periodista, por haber ordenado su
apresamiento el día 15 de enero, aunque
se esforzaba en desentenderse de su
paradero, indicando que si bien
reconocía haberlo detenido, igual de
cierto era que lo había puesto en
libertad.
La prensa estaba relacionando la
desaparición del comunicador y abogado
con su rol de asesor del Sindicato Unido
del Central Romana, aunque centraba su
mira en el citado coronel, a quien no le
perdía ni pie ni pisada; a tal punto que
en un diario vespertino se publicó una
información donde se aseguraba que el
desaparecido comunicador había sido
detenido por una patrulla policial, en
el puente sobre el río Higuamo de San
Pedro de Macorís; encabezada por un
sargento de identidad desconocida y un
belicoso raso a quien llamaban Mirito
Jiménez, que lo habría desmontando del
carro público en que viajaba, subiéndolo
enseguida en un vehículo oficial, para
conducirlo de regreso a La Romana, lugar
que sería su último destino.
Esta denuncia provocó que el presidente
Balaguer tuviera que designar una
comisión investigadora, encabezada por
el procurador general de la República,
que era en ese momento el abogado mocano
doctor Manuel Rafael García Lizardo, la
cual investigó al chofer, a los
pasajeros y a otros testigos que
identificaron a Gil Díaz como el
compañero de viaje que había sido bajado
del automóvil en el entorno del puente
señalado.
Ante esta embestida de la prensa, el
comandante Guerrero González se apresuró
a reiterar que Gil Díaz estuvo
ciertamente preso en La Romana el 15 de
enero de 1967, junto a un dirigente del
Movimiento Popular Dominicano (MPD),
llamado Julio César Mota Acosta, pero
que al día siguiente ambos fueron
liberados; criticando el hecho de que la
comisión investigadora no indagara a
este individuo para determinar el
paradero del comunicador.
Al respecto, el miércoles 29 de marzo de
1967 Mota Acosta ripostó que la última
vez que vio a Gil Díaz fue en San Pedro
de Macorís y desvirtuó la turbia
imputación del oficial policial de que
estuviese enterado del destino del
periodista, señalando que en la fecha
indicada ambos fueron apresados en el
municipio de La Romana por dos agentes
policiales, uno de los cuales era el
raso Baldemiro Jiménez hijo, apodado
Mirito; y que pasaron la noche tras las
rejas, siendo conducidos al día
siguiente ante el teniente coronel
Guerrero González, quien los interrogó
poniendo especial énfasis en el
periodista, al que acusó de estar
realizando reuniones de patio en
patio…descargando sobre él la siguiente
amenaza: “Está bueno ya de tanta
agitación tuya, Guido Gil”.
El impacto de esta convincente versión
del señor Mota Acosta y la avalancha de
notas de prensa y análisis de censura a
la actuación policial, arrinconaron al
coronel Guerrero González, quien varió
su versión primaria diciendo que había
obtenido la información de que Guido Gil
había sido acompañado por su padre,
señor Elpidio Gil Cáceres, en el
trayecto de La Romana a la ciudad de San
Pedro de Macorís, y que el periodista se
había negado a continuar la ruta a Santo
Domingo, por lo que era imposible que
sus policías pudiesen actuar y hacer un
arresto en un territorio que no era el
suyo porque pertenecía al también
coronel César Cornielle, comandante en
la jurisdicción de la Sultana del Este.
Esa versión fue desmentida el martes 28
de marzo de 1967 por la señora María
Kaistila Díaz de Gil, madre del
periodista, quien en una entrevista
ofrecida en su residencia de la calle
Doctor Delgado del Distrito Nacional,
negó que su esposo o cualquier otro
miembro de su familia hubiese estado por
la zona Este en ese tiempo, apuntando
que el último contacto que se tuvo con
su hijo fue el 2 de enero de 1967 en el
curso de una reunión familiar de Año
Nuevo.
El coronel Guerrero González volvería
poco más tarde a variar sorpresivamente
su opinión asegurando -en una
declaración ofrecida de visita en el
Palacio Nacional- que Gil Díaz estaba
vivo, y atribuyendo su supuesta
desaparición a “una treta de la clase
agitadora” que se había dado a la tarea
de obstaculizar la labor del gobierno
para sacar a flote el país; y agregó que
éste estaba oculto y que sus compañeros
de ideología conocían su ubicación, pero
se aprovechaban de la situación para
seguir agitando, aunque con cierta
pasividad, porque si en realidad hubiera
muerto “estarían haciendo mucho
escándalo”.
A los 57 días de la desaparición de Gil
Díaz, la prensa nacional acogió un
espacio pagado firmado por 115
periodistas dominicanos, exigiendo al
presidente Balaguer una explicación del
hecho, ya que éste tenía en sus manos
los resortes de la información y era la
persona indicada para responder las
preguntas en relación a la suerte
corrida por el comunicador y abogado.
Balaguer no quiso eludir este
requerimiento público y respondió
enseguida que su gobierno seguía
investigando y no omitiría ningún medio
para esclarecer la verdad; prometiendo
rendir un informe al país tan pronto la
comisión investigadora concluyera su
trabajo.
Sin embargo, el mandatario creía que la
desaparición del abogado y periodista
era “una treta de los comunistas” para
desprestigiar a su gobierno, porque
había sido erróneamente informado por el
gobierno español del dictador Francisco
Franco, por medio de su embajada en
Santo Domingo, sobre la existencia de
una lista con los nombres de los
dominicanos que en ese momento se
encontraban clandestinamente en Cuba;
apareciendo en la misma el doctor Guido
Gil Díaz, los dirigentes emepedeístas
Andrés Ramos Peguero y Henry Segarra,
así como numerosos militantes de
izquierda que se entrenaban militarmente
allí para participar en una actividad
guerrillera, en el marco de la línea de
acción asumida entonces por los líderes
de la Revolución Cubana.
Ese informe del gobierno español estaba
desactualizado, o había sido
confeccionado un año atrás, cuando
efectivamente muchos izquierdistas
estuvieron en Cuba participando en la
Primera Conferencia de Solidaridad de
los Pueblos de Asia, África y América
Latina, celebrada en La Habana a
principios de enero de 1966; entre
ellos, el doctor Gil Díaz, quien asistió
no como un concurrente cualquiera, sino
en su condición de delegado del
Movimiento Revolucionario 14 de Junio
(MR1J4), pues pertenecía a su Buró
Obrero. Allí fue designado presidente de
la delegación dominicana que integraban,
entre otros, el doctor Euclides
Gutiérrez Féliz, en representación del
Movimiento 24 de Abril; el arquitecto
Cayetano Rodríguez del Prado, como
secretario general del Movimiento
Popular Dominicano (MPD), y el pintor
Asdrúbal Domínguez, por el Partido
Socialista Popular, convertido más tarde
en Partido Comunista Dominicano (PCD).
Ese evento -también conocido con el
nombre de la “Conferencia
Tricontinental”- reunió por primera vez
en la historia a unos 700 dirigentes de
izquierda de 82 países de los
continentes americano, africano y
asiático; contándose entre ellos 165
delegados de 27 países latinoamericanos
que intercambiaron experiencias y
estrecharon vínculos de solidaridad,
guiados por Ernesto Che Guevara,
presidente; Salvador Allende, de Chile;
Nguyen Van Tien, de Vietnam del Sur;
Pedro Medina Silva, de Venezuela;
Amílcar Cabral, de Cabo Verde; Luis
Augusto Turcio Lima, de Guatemala;
Cheddy Jagan, de Guyana, y Rodney
Arismendi, de Uruguay.
En este evento Allende propuso la
creación de la Organización
Latinoamericana de Solidaridad (OLAS),
con el objetivo de incrementar los
movimientos de masas y la vinculación de
la acción antiimperialista a las
reivindicaciones cotidianas de la
población, que en ese momento eran la
huelga, la ocupación de tierras y la
movilización social.
El 12 de enero, el pleno de la
conferencia creó la Organización de
Solidaridad de los Pueblos de África,
Asia y América Latina (OSPAAAL). Y más
tarde, en agosto de 1967, se estaría
fundando la Organización Latinoamericana
de Solidaridad (OLAS), que tuvo como su
vicepresidente al joven dominicano
Amaury Germán Aristy, quien sería más
tarde el hombre clave y de confianza del
coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó
para coordinar la creación de los
Comandos Clandestinos de la Resistencia,
también llamados Los Palmeros
Fue luego de esa actividad que el doctor
Gil Díaz abandonó la agrupación 14 de
Junio para ingresar al MPD, acompañando
al grupo de “transformistas catorcistas”
que coincidieron en la tarea de
construir una organización de naturaleza
y principios marxistas; eran éstos,
Rafael -Fafa- Taveras; Juan B. Mejía,
Agustín Moisés Blanco Genao, Daniel
Ozuna, Manuel Pozo -Lucky, Amín Abel
Hasbún, Cocuyo Báez, Héctor Ortiz, los
hermanos Gustavo y Orlando Sánchez Díaz,
y Julio de Peña Valdez, quien era el
principal dirigente obrero del país.
¿Cuál fue el motivo de la desaparición
de Guido Gil?
Guido Gil Díaz en el momento de su
desaparición tenía 32 años de edad y era
un joven abogado y periodista mocano,
nacido el 12 de junio de 1935 en el seno
del matrimonio formado por los señores
Elpidio Gil Bencosme y María Kaistila
Díaz, que había ejercido el periodismo
durante muchos años en los diarios La
Nación y El Caribe, y que había egresado
de la escuela de Derecho de la
Universidad Autónoma de Santo Domingo en
1961, dedicándose a la labor sindical y
asesorando desde el año 1964 a los
trabajadores del Central Romana y de
POASI, pudiendo destacarse por su
defensa sagaz de las reivindicaciones de
los obreros del sector azucarero, lo
cual demostró al idear el llamado “paso
de la jicotea”, que implicaba que los
obreros trabajaran más despacio,
disminuyendo la productividad sin
necesidad de acudir a la huelga dentro
del emporio azucarero; aplicando el
trabajo de brazos caídos, con el
objetivo de renegociar con la
administración empresarial un nuevo
pacto colectivo que fuese favorable al
interés de los obreros. Eso lo hizo,
primero como miembro del MR1J4, y luego
como dirigente emepedeísta.
El mismo día de su apresamiento Gil Díaz
había estado en contacto con los
organizadores de un congreso laboral
convocado para celebrarse los días 29 y
30 de abril, donde se discutiría la
constante agresión a la libertad
sindical, ya que durante los años 1966 y
1967 se habían producido 230 despidos de
dirigentes sindicales. Este evento
estaba siendo preparado en medio de un
ambiente de miedo y terror impuesto por
la gerencia del Central Romana con el
concurso de la fuerza policial
suministrada por el comandante policial
Guerrero González, quien había
solicitado refuerzos de Santo a Domingo
para sofocar el estado de tensión, de
agitación y de creciente efervescencia
social que se respiraba en esa
demarcación geográfica; además de que
dispuso la represión indiscriminada en
todo el municipio, que tuvo a punto de
costarle la vida al sindicalista Julio
de Peña Valdez, secretario general de la
confederación obrera FOUPSA-CESITRADO,
quien fue agredido a tiros en la calle
Espaillat de La Romana.
Estaba claro que para la administración
del Central Romana Gil Díaz era una
“piedrecita en el zapato” que había que
apartar del escenario para evitarle
situaciones laborales difíciles a la
empresa que hicieran peligrar la paz
laboral y desembocaran en considerables
pérdidas materiales obligándolos a
renegociar un pacto colectivo que venían
rechazando con firmeza. La línea
anti-obrera del Central Romana se
encaminaba a destruir el Sindicato Unido
para formar otro amarillo que pudiera
ser manejado sin inconvenientes;
encajando perfectamente ahí el papel
represor de la Policía durante el
reinado de Tadeo Guerrero en La Romana,
que se caracterizaba por el atropello
constante a los obreros, el allanamiento
del local del Sindicato Unido, la
confiscación de vehículos y equipos de
propaganda, y la disposición del cierre
de un programa radial sindical, por
orden de la gobernadora civil de la
provincia, señora Virginia Pérez de
Florencio, siguiendo las directrices del
gerente Rosell.
El motivo de la desaparición de Guido
Gil Díaz estaba indefectiblemente ligado
al interés del Central Romana en
desbaratar el Sindicato Unido, como se
demostró en la gestión realizada por 21
trabajadores de esa empresa vinculados a
la gerencia general, los cuales formaron
un sindicato amarillo dirigido por el ya
mencionado Danilo Brito; lo que dio
lugar a un enérgico pronunciamiento
público del sindicato legítimo, que fue
publicado en espacio pagado en el
periódico El Nacional en fecha 7 de
julio de 1967, donde se denunciaba la
intención de Teobaldo Rosell, en
colocarle una camisa de fuerza al
gremio, en un alocado intento por
convertirlo “en un instrumento patronal
y gobiernista”.
En dicho documento se denunciaba que
habían sido cancelados delegados
sindicales y decenas de trabajadores, y
que la gerencia de Rosell amenazaba con
continuar los despidos de obreros si los
trabajadores persistían en apoyar sus
dirigentes sindicales; señalando que por
orden de este empresario cubano, la
Policía se encargaba de cerrar el Club
Obrero cada vez que era convocada una
reunión de los trabajadores; en un claro
desconocimiento de que el mismo les
pertenecía y que, por tanto, éstos
tenían derecho a celebrar allí sus
asambleas.
Se denunciaba también que la Dirección
de Mediación y Arbitraje de la
Secretaría de Estado de Trabajo había
desconocido con el mayor descaro una
solicitud de mediación hecha por el
Sindicato Unido, violando así la
obligación que tenía de actuar dentro de
un plazo de 48 horas a partir de la
recepción de la solicitud; y que todo
eso ocurría debido a la parcialidad del
gobierno con la administración del
Central Romana, la cual se manifestaba
en la actitud irresponsable de la
entidad gubernamental frente a la
pretensión del cubano Rosell de imponer
la directiva de un sindicato amarillo
que había surgido de una asamblea de
orientación patronal, efectuada el día 2
de julio en el recinto del Central
Romana; en la cual se violentó la
autonomía sindical, consagrada en el
Código de Trabajo y los estatutos del
gremio. Esa directiva amarillista fue
encabezada por los trabajadores
Francisco Vilorio (Papatón) y Ramón
Cotes, contando con la anuencia del
representante de la Secretaría de
Trabajo en la localidad, que era el
señor Eduardo Fernández Lajara.
El Sindicato Unido rechazó firmemente
esa maniobra y expresó su disposición de
dar la batalla para evitar ser
destruido; y pidió el respaldo de las
fuerzas democráticas del país contra los
intentos dictatoriales del Central
Romana y el gobierno
No había duda de que el gobierno de
Balaguer, para no chocar con los
intereses económicos del Central Romana,
en el caso de la desaparición de Guido
Gil, optó por la línea desinformativa de
sostener que éste había salido
clandestinamente del país con destino a
Cuba, lo que contrastaba con lo
declarado por la madre del periodista y
abogado, quien aseguraba que éste
observaba una conducta hogareña
completamente normal, comportándose como
un hijo amoroso que nunca quiso que ella
sufriera, por lo que si hubiera salido
al exterior ella hubiese sido la primera
en saberlo.
Para el MPD, que era el partido al que
pertenecía Gil Díaz, Balaguer buscaba
echar tierra sobre el caso para darlo
por cerrado, ocultando de ese modo su
culpabilidad en la desaparición, ya que
su más reciente declaración era una
burla a la inteligencia de los
dominicanos, porque nadie se tragaría el
cuento de que el periodista estuviese
vivo y en Cuba.
El tiempo fue pasando y ya para el día
17 de mayo de 1967, a los cuatro meses
exactos del infortunado hecho, el
periodista Miguel Ángel Prestol apuntaba
en un análisis noticioso publicado en el
diario vespertino El Nacional que la
desaparición de Gil Díaz permanecía aún
sin respuesta; pero que “lejos de irse
apagando la llama del recuerdo y la
inquietud provocada por el extraño
caso”, se acrecentaba la preocupación
por el significado que encerraba “un
hecho propio de un estado de cosas que
se creyó liquidado el 30 de Mayo de
1961”.
Sin dudas que había una fuerza muy
poderosa cobijada bajo la sombra del
poder que impedía que la comisión
investigadora profundizara en sus
indagaciones y no había tampoco una
verdadera intención del gobierno para
desentrañar la realidad de este hecho,
diciendo con pelos y señales qué pasó
realmente con Guido Gil.
El 17 de septiembre, al cumplirse ocho
meses de la desaparición del abogado
periodista, la comisión designada por
Balaguer para investigar el caso seguía
sin aportar información que contribuyera
a aclararlo; más sin embargo, la Policía
por medio del jefe del Servicio Secreto
declaraba que “las izquierdas políticas
tienen un plan de desapariciones” para
provocar hechos de esta naturaleza a fin
de cargárselos a esa institución y a las
Fuerzas Armadas.
Dos días más tarde, trascendió sin
embargo una investigación realizada por
encargo de la Asociación Dominicana de
Abogados (ADOMA), con fecha del 13 de
marzo de 1967, que aseguraba que el
doctor Gil Díaz había sido “eliminado
por miembros de las Fuerzas Armadas y
Policiales que con mentalidad cavernaria
y primitiva se autotitulan defensores de
los derechos ciudadanos y preservadores
de la paz pública”; confirmando la
veracidad del rumor que decía que éste
había sido reapresado en la margen
occidental del puente sobre el río
Higuamo “por miembros de la Policía
Nacional entre los que se encontraban el
raso Baldemiro Jiménez (Mirito) y un
sargento que fue visto en el cuartel de
San Pedro de Macorís en los días en que
varios compatriotas fueron encarcelados
arbitrariamente, so pretexto de haberse
descubierto un complot para derrocar al
gobierno”.
La comisión que hizo la investigación
escuchó la declaración del chofer
Faustino Acevedo, quien manejaba el
vehículo en el que Gil Díaz se dirigía a
la Capital y tras compararla con otros
testimonios de testigos oculares, entre
ellos un amigo del periodista que le
habría brindado protección y albergue la
noche anterior a su reapresamiento,
llegó a la conclusión de que fue
asesinado.
El presidente de ADOMA, doctor José
Joaquín Bidó Medina, aseguró haber
conversado con el señor Acevedo, quien
le manifestó que era el chofer que había
conducido al doctor Gil Díaz desde La
Romana hasta San Pedro de Macorís, y que
consciente de que existían “órganos
judiciales para hacer las
investigaciones de lugar”, se lo remitió
al ayudante del procurador general de la
República, doctor Bienvenido Figuereo
Méndez, para que conociera su testimonio
y contribuyera al esclarecimiento del
hecho.
Después de la trascendencia de este
informe, la gente en la calle perdió la
esperanza de que Gil Díaz continuase
vivo; pero aun así, durante largo tiempo
en los medios de comunicación se
mantendría latente y sin respuesta, la
pregunta: ¿Qué pasó con Guido
Gil?…convertido ya en un símbolo del
periodismo y de la lucha social, por su
consagrada labor en la comunicación
escrita, por su gratuita asesoría a los
trabajadores azucareros y de POASI, por
su lucha dentro del comando
constitucionalista de la calle Santomé,
durante la Guerra de Abril de 1965; por
su participación en la famosa huelga
contra el régimen del Triunvirato,
conocida como la “Jornada 2 de Mayo”; y
por su labor de escritor y ensayista,
autor de la obra “Orígenes y
Proyecciones de la Revolución
Restauradora”.
En este trabajo también queremos
recordar con sentimientos de profunda
admiración y aprecio a nuestro amigo
Oscar Gil Díaz, su hermano,
posteriormente fallecido; con quien
compartimos muchas horas de lucha en la
condición de militantes del perredeísmo
peñagomista y amigos del expresidente
Jacobo Majluta en los años 70; pues él
fue autor de innumerables artículos
sobre temas ideológicos y políticos de
actualidad publicados en los diarios El
Nacional y La Noticia y a través suyo
aprendimos a valorar el comportamiento
ético de Guido, un abogado y periodista
responsable, comprometido hasta el
último segundo de su existencia con el
mejoramiento de la calidad de vida de
los trabajadores y con la edificación de
una sociedad más justa y democrática.
Lamentamos que su desaparición no fuese
debidamente investigada, y que no se le
prestara atención en su momento a la
escalofriante denuncia hecha por un
antiguo agente de los organismos de
inteligencia del gobierno, llamado
Ciriaco Castro Fañas, quien el 24 de
febrero de 1969 confesara a la revista
“Ahora!” –desde su asilo en la embajada
de México-, que él estaba en la región
Este cuando apresaron a Guido Gil en San
Pedro de Macorís, y que supo que fue
asesinado y sus restos luego tirados en
un campo de caña próximo a La Romana.
Esa ha sido hasta el día de hoy la única
declaración que se tiene de una fuente
cercana la poder.
La investigación encargada por ADOMA y
el testimonio de Ciriaco Castro Fañas
fueron asumidos por las organizaciones
populares como la central obrera
FOUPSA-CESITRADO, quien el 4 de julio de
1969 aseguró que Gil Díaz había sido
liquidado hacía dos años y medio, para
iniciar la destrucción del Sindicato
Unido del Central Romana, lo que a su
juicio era una obra combinada del
gobierno de Balaguer, el comandante
Guerrero González y el gerente general
de la empresa azucarera, señor Teobaldo
Rosell.
Cuatriboliao :
Gregorio García Castro : Nació en la Sección de Pontón, La Vega el 17 de noviembre de 1936. Fueron sus padres Israel García y Ana Dolores Castro, personas de escasos recursos económicos. Desde muy joven se inclinó al periodismo y trabajó como reportero para los diarios "La Información", de Santiago y en Santo Domingo para "La Nación" y "El Caribe."
Narcizo Gonzáles : Era una figura muy conocida en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), en donde fue catedrático de la facultad de Humanidades y en la cual estuvo siempre haciendo vida diaria y participando, desde muy joven, en movimientos revolucionarios.
Antonio de la Maza : Antonio de la Maza, hijo del General Vicente de la Maza quien participó junto a Ramón Cáceres, Horacio Vásquez y Ramón de Lara en el ajusticiamiento del dictador Ulises Heureaux (Lilís) y fue inicialmente opositor del régimen
Sagrario Ercira Díaz : (Ciudad de Barahona, 25 de diciembre de 1946 - Santo Domingo, 14 de abril de 1972) fue una dirigente estudiantil dominicana. Fue dirigente de la Facultad de Economía del "Frente Universitario Socialista Democrático" (FUSD) y representante estudiantil en el Consejo Técnico y la Asamblea de su Facultad
Orlando Martínez Howley Se trató de un crimen político con características de asesinato de Estado, planeado y ejecutado (en un periodo de ejercicio del terror político), desde las altas esferas policiales-militares del régimen balaguerista de los doce años 1966-1978.
Mamá Tingó , nació el 8 de noviembre de 1921, hija natural de Eusebia Soriano. Fue bautizada en la parroquia Espíritu Santo de esta comunidad de Villa Mella, el día 6 de diciembre de 1922. Contrajo matrimonio con un campesino llamado Felipe con el cual procreó una familia.
Sociedad Secreta La Trinitaria , El 16 de julio de 1838 convocó Duarte a sus discípulos para constituir, bajo la adveración de la Virgen del Carmen, cuya festividad se solemnizaba ese mismo día, la sociedad patriótica «La Trinitaria». El sitio escogido para la reunión fue la casa de Juan Isidro Pérez de la Paz, acaso aquel de los ocho elegidos que amó más tiernamente a Duarte, la cual se hallaba situada en la calle del Arquillo o calle de los Nichos, frente al antiguo templo de Nuestra Señora del Carmen y contigua al hospital de San Andrés.
Loma Miranda : Es un montículo del extremo nororiental de la cordillera Central, considerado el segundo asiento más importante y valioso de la isla La Española, según la Comisión de Ciencias Naturales y Medio Ambiente de la Academia de Ciencias de la República Dominicana.
La fortaleza de la villa de la Concepción : fue construida bajo las órdenes de Cristóbal Colón en el 1494. El objetivo de la misma era fijar un centro económico-militar para dirigir la explotación de las riquezas de esta región. Una vez terminada la fortaleza se levantaron los edificios que constituyeron la Villa de la Concepción.